Características físicas de los Mayas
¿Cómo era el hombre maya?
El
hombre maya ofrece todas las características de la raza mongólica. No es un
tipo bello, pero poseyó unos conceptos de la belleza que influyeron en su
típico físico. Practicaban la deformación craneal; deformaban también las
piernas de los niños a fuerza de tenerlos a horcajadas en la cintura; se
agujeraban el labio superior si eran guerreros, y se incrustaban piedras
preciosas en los dientes. La ternilla nasal la perforaban también y para
conseguir ser bizcos –lo que era un ideal estético- colgaban a niños una bolita
que se balanceaba en su frente. Consideraban una fealdad tener pelos en la
barba, por lo cual de pequeños se los quemaban con paños de agua caliente. El
tatuaje era cosa común, así como pintarse el cuerpo.
La
estatura media de los mayas era de 1,60 m los hombres y 1,50 m las mujeres; no
obstante, eran robustos y fuertes. Los hombres vestían un taparrabos blanco de
algodón (llamado ex o ish); esta prenda se enrollaba a la cintura en varios
pliegues y después se pasaba entre las piernas. Los extremos se dejaban caer
tanto por la parte delantera como por la trasera. Alrededor de los hombros se
colocaban una manta (pati) que, a su vez, les servía de abrigo por las noches.
Calzaban sandalias (xanabkenel), manufacturadas con piel de tapir o venado y
atadas con un par de correas.
Las
mujeres eran atractivas, algo más bajas que los hombres y delicadas (1,45 m).
Se perforaban las orejas y se tatuaban, aunque nunca los senos. Se hacían limar
los dientes hasta terminarlos en punta para lo cual utilizaban piedra pómez,
algo que era considerado un toque de elegancia. Llevaban el cabello largo, que
peinaban de manera sumamente compleja.
Las
mujeres mayas –en general toda la sociedad-, se bañaban frecuentemente. Iban
limpios y aseados y les gustaban los perfumes, además de adornarse con flores.
Su vestido era el kub, de una sola pieza con cortes en los brazos y una
abertura, de forma cuadrada, para pasar la cabeza. Acostumbraban a casarse
jóvenes y daban a luz entre siete y nueve hijos, aunque dada la alta mortalidad
infantil casi la mitad no lograban sobrevivir.
Según
fray Fray Diego de Landa, “eran maravillosamente castas” y la sociedad maya las
consideraba “el alma de la familia”. Según la misma fuente, eran buenas amas de
casa y buenas administradoras. Se encargaban de la educación de los hijos;
además poseían un envidiable sentido del humor.
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