LA ARQUITECTURA CHAVÍN


LA ARQUITECTURA DEL TEMPLO ANTIGUO  CULTURA CHAVIN
Debido a que recién se ha iniciado la segregación de esta fase, ya que el Templo Nuevo fue construido sobre éste, la identificación del Templo Antiguo está incompleta. En realidad, sólo se ha reconocido el volumen principal -en forma de U y con la imagen de un gran ídolo tallado en piedra que usualmente conocemos como Lanzón en su interior- y un atrio con cornisas y cabezas talladas en piedra en cuyo centro hay una plaza circular hundida a la que erróneamente algunas personas llaman "anfiteatro". De los otros edificios e instalaciones sólo tenemos vestigios e indicios.
De acuerdo con el conjunto de datos disponibles hasta ahora, además del cuerpo central, el templo tiene dos plataformas anexas: una, al norte, próxima al ala izquierda mirando hacia el exterior, llamada Templo Norte o sector D, y otra, al sur, más larga y alejada, llamada sector F. Otros indicativos permiten extender el área del Templo Antiguo hasta el extremo norte del pueblo, en la zona llamada Urabarrio, donde hay una consistente presencia de la cerámica que Richard Burger llamó Urabarrio por esta causa. Allí, Marino González encontró construcciones megalíticas y galerías de estilo Chavín.
El Templo Antiguo sufrió una serie de modificaciones que variaron las formas del proyecto arquitectónico original. De acuerdo a nuestros datos, la plaza circular hundida inscrita en el atrio es parte de una plataforma agregada encima de la primera versión de éste, de la cual sólo tenemos algunos vestigios por confirmar. Esta plataforma agregada, con sus lápidas finamente talladas y grabadas, con sus galerías de las Ofrendas, las Caracolas y el Campamento, corresponde al parecer a la última fase del Templo Antiguo. A este añadido se suman otros en las alas, como uno en la sur, con galerías como la de las Vigas Ornamentales, que tiene dos de estos elementos con figuras grabadas de animales míticos marinos.
Algunas evidencias sueltas, como la de una inmensa columna de roca negra, rota en muchos fragmentos y enterrada, señalan estructuras ahora desconocidas. Esta columna, de casi 1 m de diámetro, presenta figuras grabadas en el viejo estilo Chavín.
El Templo Antiguo contaba con una bella ornamentación. La plaza circular hundida tenía un muro en cuyo frente occidental, donde alumbra el sol naciente, había dos hileras de lápidas grabadas: la inferior, de piedras de distintos colores, con figuras de felinos y la superior con una procesión de personajes que parecen ser músicos y danzantes. En esta plaza circular, en el centro, pudo haber estado el Obelisco Tello.
En la plataforma que la rodea se construyó la galería que hemos llamado de las Ofrendas, donde se ha encontrado un verdadero tesoro, depositado seguramente en conmemoración de la construcción del atrio. Otra galería, aún no excavada, guarda ofrendas en conchas de mar, principalmente de las especies Spondylus princeps y Strombus galeatus.
En la mencionada plaza circular hundida también hay dos escalinatas alineadas en el eje este-oeste, una de entrada y otra de salida. Por la del oeste se accedía a una plataforma en la que posiblemente había tres vanos-uno central conectado con dos laterales-, desde la que se subía a las instalaciones de la nave central del templo. Del vano central partía una escalinata que llevaba hacia la cima del templo, donde había un recinto que desapareció con el aluvión de 1945. La escalinata del vano sur, de la que existen aún algunas gradas, conducía al conjunto de galerías que están asociadas al Lanzón. La del vano norte aún está cubierta por las deposiciones posteriores. Todas estas escalinatas eran interiores, de modo que lo que se apreciaba desde el atrio eran sólo sus entradas.
La plaza circular hundida y sus frisos
La plaza circular hundida, enlosada con piedras amarillas, es un espacio sagrado ubicado en el centro de una plataforma cuadrada y a 2,10 m de profundidad. Tiene 21 m de diámetro y está dividida en dos mitades, una occidental, pegada a la plataforma central, y otra oriental. El muro occidental estuvo cubierto por dos series continuas -una encima de otra- de lápidas grabadas, la de abajo, de unos 30 cm de alto por 60 cm de ancho, con imágenes muy realistas de felinos vistos de perfil, y la de arriba, de alrededor de 60 cm de lado, con personajes organizados en una suerte de procesión en la que aparecen unos trompeteros o tocadores de pututu -una caracola marina de sonido profundo-, un portador de una rama de cactus San Pedro y otros danzantes.
En las lápidas superiores, la procesión de los músicos y danzantes está grabada a ambos lados de la escalinata occidental de la plaza circular y sólo en este hemiciclo. Ahora sólo quedan 5 , pero debieron de haber 14 en cada lado. Ellos -también los felinos de la parte inferior del muro- se dirigen desde los dos lados hacia el centro, de modo que los que vienen del norte caminan hacia el sur y viceversa. Miran hacia la escalinata, aunque hay al menos uno -o dos- en cada lado que mira hacia el centro de la plaza, donde debió de estar clavado el Obelisco Tello. Es decir que, mientras que los demás están de perfil, estos últimos están de frente. Los músicos y danzantes iban muy bien ataviados, con coronas, mantos y adornos simbólicos que seguramente hablaban de sus dignidades.
Los felinos, en las lápidas inferiores, caminan todos, desde el norte y el sur, hacia la escalinata. Sus cabezas son básicamente iguales, pero sus cuerpos, por parejas, son diferentes. Están individualizados, de modo que cada uno debe de haber representado algo distinto. Es tentador pensar que representaban constelaciones o fuerzas cósmicas diferentes. Los felinos acompañaban desde abajo a los dignatarios, quienes ocupaban un lugar destacado en la procesión.
Todos -músicos y danzantes, y felinos- avanzan hacia el centro, siguiendo la misma dirección que la sombra del Obelisco por las mañanas a lo largo del año. En el solsticio de invierno (21-24 de junio), cuan
do va a empezar el año agrícola, la sombra apunta hacia el sudoeste y "camina" hacia el centro, donde se encontraría el Obelisco.
EXPLICACIÓN DE LA UBICACIÓN CARDINAL DE LAS EDIFICACIONES CULTURA CHAVIN
La orientación de los edificios construidos en los centros ceremoniales de la época Chavín no estaba determinada por el asar, sino, muy por el contrario, era parte de la razón por la que ellos fueron construidos. Para el estudioso más lego, basta constatar que todos los edificios siguen una misma orientación, aun cuando ellos se construyan a grandes distancias
Casi siempre, el orden de los edificios o los muros, de sus pasajes o plazas, así como las sombras de sus muros y plataformas, tiene algo que ver con algún fenómeno cósmico o natural. Un buen punto de referencia pueden ser el lugar donde está una alta montaña, donde mora el gran Apu Wamani (el Ser tutelar, que cuida del bienestar de los habitantes de la tierra), o donde se encuentra la "paqarina", que es una cueva o un lago, donde los mitos dicen que nacieron los primeros habitantes. Son fenómenos naturales que cunden en el espíritu de la gente.
Pero los fenómenos cósmicos más lejanos, suelen ser más precisos para las prácticas cotidianas de los pescadores, los agricultores o cualesquier habitante del planeta Tierra. El lugar donde "nace" el Sol está en el oriente o "levante", pero nunca es el mismo; tampoco lo es en el occidente o "poniente". En el curso del año, el punto donde nace o muere, cambia, desde el sudeste hasta el sudoeste y viceversa en el oeste. En realidad, está sólo unas pocas horas en el Este, dos veces cada año, sobre el equinoccio; en cambio se queda dos o tres días sobre los trópicos de Cáncer o Capricornio, cuando comienzan el invierno y el verano, que en términos del Perú son las épocas de sequía y de lluvia en la sierra, de bajada de los ríos o de cauces secos en la costa. Todo nuestro calendario se acomoda a eso.
Todos los astros nacen en oriente, de donde viene la lluvia, y mueren en el poniente, en el mar, más allá de los desiertos de la costa. Por eso, no es nada casual que los muros y los vanos de los edificios chavinenses, o algunas partes de ellos, estén orientados hacia el nordeste, el sudeste o el Este. Aparte de la función esotérica que ello pueda cumplir, la función práctica de hacer accesible las fechas del año, es fundamental para la producción. El éxito de un centro ceremonial como Chavín, debió estar asociado al acierto de sus predicciones climáticas: años secos, lluviosos o desastrosos, en la vida de los Andes, requieren de un calendario preciso. Los "oráculos" sirven para eso.
En el centro del templo principal, en el interior, a más de 15 metros de distancia de la luz solar, en un recinto estrecho y absolutamente oscuro, está el ídolo del Lanzón; una imagen sagrada, en forma de un ser humano, que saluda con la mano derecha, mirando al oriente. Todo es obscuridad, hasta que una mañana cada año, o tal vez dos, la luz del sol, penetrando hasta la estrecha galería, iluminaría la imagen, directa o indirectamente, por unos breves instantes. Eso debía ocurrir cada año, un día que resultaba significativo para el complejo calendario andino. Podía ser cuando el sol nace cerca del sudoeste, hacia fines de octubre o comienzos de noviembre; cerca quizá del "día de los muertos" del calendario cristiano". ¿Sería el inicio de las lluvias?, es el fin de la cosecha. El sol nace en ese punto dos veces; la otra fecha debe estar entre fines de febrero e inicios de marzo, ¿cerca tal vez del carnaval de los cristianos?. Acaban las lluvias y se inicia la cosecha de los cultivos tempraneros.
EXPLICACIÓN DE LA FORMA CONSTRUCTIVA
Los templos están construidos a base de grandes rellenos de piedra y tierra, los que eran depositados entre muros que cumplían una función medianera, de contención. Estos muros eran de mampostería irregular, con piedras similares a las de los rellenos, con los que se confunden en algunos casos, estaban unidos con una tierra arcillosa igual a la del relleno. Al parecer, los muros de contención se construían dentro de un régimen regular, en retículas de dimensión variable.
Algunos espacios por rellenar eran dejados libres, poniendo grandes piedras sobre muros vecinos, a manera de vigas, con lo que se formaron unos recintos angostos, a modo de pasadizos o galerías, cuyas paredes eran enchapadas con piedras seleccionadas o simplemente cubiertas con una gruesa capa de revoque, que suavizaba las irregularidades, aveces muy graves, del paramento. Las vigas eran de piedras anchas y gruesas, siempre de 80 o más centímetros más largas que el ancho del pasaje. Todo indica que también estaban cubiertas con barro, según los restos que quedan de los revoques.
Las galerías formadas de esta manera, se convirtieron en un elemento muy importante de los edificios, logrando con ellas cubrir varias funciones, desde canales de drenaje para evacuar las aguas de lluvia, hasta recintos secretos, ductos acústicos, ventiladores y seguramente almacenes y depósitos de ofrendas. Por tanto su altura -más que su ancho- varía de acuerdo a su función; en algunos casos es de un alto superior a la altura promedio de un hombre, es decir de 1.80 m. o más, pero en otros es apenas de 50 cm. o menos, si se trata de un ducto de ventilación o de drenaje. El ancho de las galerías obedece más a la técnica de la construcción, de modo que hay una cierta tendencia modular, que hace que la mayoría de estos pasajes sean angostos, con un promedio de 1 m. de ancho en los que tienen techos altos; los ductos, de techos bajos varían más, según las calidades de su función, pero tienden a ser más angostos que 1 m.
Sin duda, las "galerías" son un aspecto notable de la arquitectura chavina, en la medida en que es un elemento poco frecuente en otros lugares y épocas. Un procedimiento similar se aprecia en unos pocos edificios de esta misma época en el norte del Perú, pero cuando aparecen son elementos raros y aislados, a diferencia de Chavín, donde son numerosos y característicos. En algunas épocas de las regiones vecinas, como la de Recuay, existen "soterrados" parecidos, pero usualmente son mausoleos o pequeños graneros.
Los exteriores de los templos eran enchapados con piedras labradas con las caras paramentales planas. Hay sectores en donde tal enchape es "cara vista" y las piedras tienen un acabado exquisito, con las caras pulidas y los ángulos refinados en escuadra; otros enchapes más toscos servían obviamente para acabados enlucidos, que según los datos de las excavaciones en el Atrio del Viejo Templo, eran de arcillas que estaban además pintadas de colores crema y rojo (entre los fragmentos identificados).
Cara-vista o no, los paramentos exteriores son impresionantes por el tamaño y calidad del material empleado. Se trata de enchapes megalíticos, que a la par que le daban solidez a los rellenos que constituyen el núcleo de la construcción, ellos mismos -dispuestos en talud- formaban una sólida edificación, gracias a que tenían un aparejo concertado, que se armaba a partir de grandes bloques combinados con unos más pequeños, cementados con arcillas de alto nivel de cohesión.
Algunas de las piedras del paramento tienen 3 o 4 ms. de largo, aunque en promedio son de 1.50 ms. o menos, con un ancho modular que hace posible su alineamiento en hiladas de grosor alterno. Parece que en el templo antiguo era dominante una alternancia 1-2-1, es decir de hiladas de ancho simple alternas con unas de ancho doble, mientras que en el templo nuevo estaba generalizada una alternancia 1-1-2-1-1, consistente en dos hiladas de ancho simple por una de ancho doble. Esta diferencia cronológica no parece, sin embargo, generalizable hasta que se hayan hecho más exámenes de la superposición de paramentos; además, parece que en el viejo templo se usaron ambos tipos de paramento, prefiriendo el último para los de fino acabado.


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