EL ESTADO VIRREINAL


En un inicio el Perú (Nueva Castilla) fue una Gobernación, encabezada por Pizarro, y se organizó internamente bajo el poder local de los encomenderos. Con la aplicación de las Leyes Nuevas se creó el Virreinato del Perú y su territorio estuvo gobernado por un funcionario que representaba al Rey: el Virrey. Esto dio inicio a la burocracia virreinal que tenía por objetivo terminar con los apetitos señoriales de los encomenderos. En Lima se instaló la Real Audiencia e internamente el territorio se dividió en jurisdicciones denominadas corregimientos. El sistema funcionó hasta la década de 1570 cuando el virrey Toledo modificó las pautas de la administración.

Luego de realizar la primera Visita General que conoció el Perú, Toledo modificó el tributo indígena y organizó el sistema de la mita para abastecer de mano de obra a los centros mineros. También culminó el establecimiento de “reducciones” o pueblos de indios. Se trató de un sistema que tenía como fin controlar a la población nativa para cobrarle el tributo, enviarla a las mitas y evangelizarla. De esta manera quedó seriamente afectado el sistema de control de pisos ecológicos y se rompió la unidad de los ayllu cuyos miembros pasaron a vivir en distintos pueblos. Su gobierno, finalmente, ejecutó a Túpac Amaru I, último representante de la élite cuzqueña rebelde de Vilcabamba. En síntesis, si bien las reformas toledanas alentaron el auge minero y fortalecieron la burocracia colonial, afectaron profundamente los patrones económicos y sociales de la población andina.


El orden diseñado por Toledo entró en crisis en el siglo XVII cuando los indios burlaron el sistema de reducciones: aumentó el número de indios “forasteros” y disminuyó el ingreso del tributo. Esto se agravó cuando a partir de 1640 la producción minera de Potosí entró en “crisis”. La administración tardó en reaccionar. En la década de 1680 el virrey Duque de la Palata realizó otra Visita General. En ella no sólo se amplió el cobro del tributo a los forasteros, sino también a los mestizos y negros libres. Como es lógico, no tardó en crecer el malestar en la población.   

Como vemos el mundo virreinal no fue tan estático, es decir, la administración nunca funcionó a la perfección. La población siempre creó mecanismos para burlar la presión, sobre todo fiscal, que ejercía el gobierno. Los indios trataron de evadir sus obligaciones con el tributo y la mita; los mestizos nunca quisieron pagar el tributo; los mineros “escondían” la producción real de la plata. Por ello hasta qué punto podríamos hablar de una “crisis” en el siglo XVII, como tantas veces se ha planteado. Lo cierto es que a la administración de los Austrias siempre le faltó la suficiente rapidez para corregir los errores. Ello explica el ímpetu de los borbones en el siglo XVIII por reformar el sistema de gobierno en América.  

La administración virreinal reposó sobre tres instituciones fundamentales:

El Virrey.- Fue el representante del rey y tenía todos los poderes. Era el responsable de la administración de gobierno, de los fondos de los tesoros públicos, de la defensa del territorio y de los asuntos espirituales o religiosos. Era también el presidente de la Audiencia lo que le daba la suprema autoridad en temas judiciales.  Generalmente los virreyes venían por períodos de cinco años y podían ser ratificados por más tiempo. Entre 1544 y 1824 el Perú fue gobernado por 40 virreyes.

La Audiencia.- Tenía su sede en Lima y al estar presidida por el Virrey se denominaba Real Audiencia. De ella dependieron, durante los siglos XVI y XVII, las audiencias de Panamá, Santa Fe, Quito, Charcas, Buenos Aires y Santiago. Era el máximo tribunal de justicia, legislaba con el Virrey y gobernaba en ausencia de éste. Sus miembros fueron los oidores.

Los corregimientos.- El virreinato estuvo dividido en 78 provincias o corregimientos. Estaban bajo la autoridad del corregidor, funcionario que representaba al  Virrey en el ámbito local. Velaban por la buena administración de su jurisdicción y eran autoridades judiciales en primera instancia. Cobraban el tributo y enviaban a los indios a la mita. Muchos de ellos terminaron explotando a los indios al obligarlos a comprar mercaderías a precios muy altos a través del “reparto”. En 1784 fueron reemplazados por las intendencias. 

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