Reunificación de Alemania
Resumen
Reunificación de Alemania 3 de Octubre. Se refiere a los cambios políticos y sociales acontecidos
durante los años 1989 y 1990 en Alemania, que concluyeron en la adhesión de la
antigua República Democrática Alemana (RDA) bajo la jurisdicción de la
República Federal de Alemania (RFA). Este período histórico es conocido también
mediante las denominaciones unificación alemana o unidad alemana.
Con ello se pone fin a
45 años de división por la Guerra Fría (1945-1989), con lo cual logra
reunificarse un país dividido por el famoso Muro de Berlín.
Hace años, el 3 de octubre de 1990, se
reunificaron los dos estados alemanes, trayendo consigo un reordenamiento en el
ajedrez geopolítico mundial. El problema nacional alemán, que nunca había sido
solo interno, estremecía al mundo y prescribía la posguerra. Después nada sería
igual.
En la primavera de
1989, la población alemana oriental, cansada
de la inmovilidad burocrática del partido SED (Sozialistische
Einheitspartei Deutschlands)1 y de su falta de perspectiva, empezó a darle la
espalda al Gobierno de la República Democrática Alemana (RDA), abandonando
masivamente el país, en lo que luego se conocería como el “voto con los pies”.
Este éxodo motivó a los que se quedaron y sin temor se lanzaron a las calles;
la presión crecía y la crisis se profundizaba día a día.
El 18 de octubre de
1989, dimitieron Erich Honecker, Günter Mittag y Joachim Hermann2, los tres
hombres más importantes de la RDA que concentraban todo el poder del SED. Esto
significó un triunfo para los ciudadanos: se acababa una época en la historia
de la RDA.
Ante la presión de la
población, que agitaba con fuerza la consigna “queremos viajar”, la noche del
jueves 9 de noviembre cayó el muro de Berlín. Con ello, después de haber alcanzado
el derecho de manifestación y opinión, los alemanes conquistaron
definitivamente la libertad de movimiento, que se había logrado de facto con la
huída en masa.
A partir de ese
momento, en las protestas dejó de resonar la frase “nosotros somos el pueblo“,
y retumbó “nosotros somos un pueblo”; los ciudadanos de Alemania Oriental
ponían a la orden del día algo que ningún estadista de las superpotencias
hubiera creído posible: la reunificación de Alemania.
Hablaron
los líderes
El nuevo gobierno del
SED, con Hans Modrow a la cabeza3, dio un no a la unidad alemana, y abrió la
posibilidad solo de un “Tratado de Comunidad” entre los dos estados.
El 18 de noviembre, nueve
días después de la caída del muro, los 12 estados de la entonces Comunidad
Económica Europea expresaron su profunda desconfianza hacia Bonn durante una
cumbre extraordinaria.
El mismo proyecto de
diez puntos del canciller Kohl, del 28 de noviembre de 1989, aunque mostró su
intuición y visión política sobre el significado histórico y la posibilidad de
la unidad de Alemania, fue pensado a largo plazo como un proceso controlado y
con una propuesta de confederación, pero no de rápida unión.
A su vez, la primera
ministra Margaret Thatcher expresó la profunda desconfianza del Reino Unido
ante la probable reunificación. En sus declaraciones sostenía que Alemania
había sido impredecible desde la unidad nacional con Bismarck, y que continuaba
siendo una fuerza desestabilizadora en el continente. Solo una triada (USA,
Francia y el Reino Unido) podría contrarrestarla y mantener el equilibrio de la
región.
Su homólogo francés,
François Mitterrand, afirmó el 8 de diciembre del mismo año que lo ocurrido era
antesala a una nueva alianza entre Francia, el Reino Unido y la Unión Soviética
contra Alemania, similar a la de 1913; los alemanes tenían el derecho a la
libre autodeterminación, pero no a determinar las realidades políticas de
Europa. Tanto Thatcher como Mitterrand partían del supuesto de una Alemania
dividida. Había que impedir, o por lo menos desacelerar, el proceso de
unificación.
Desde la Unión
Soviética, Mijail Gorbachov reaccionó con un rotundo no, reafirmando la
existencia de dos estados alemanes. Solo George Bush, desde Estados Unidos,
aprobó el hecho pero estableciendo condiciones indispensables para una
reunificación4.
La reacción de los
cuatro países aliados frente a la caída del muro y al proyecto del canciller
alemán Helmut Kohl fue reunir, por primera vez en 18 años, a sus ministros de
Relaciones Exteriores el 11 de diciembre de 1989 en Berlín occidental. El
gobierno en Bonn entró en shock. Al siguiente día, el Ministro francés habló de
dos estados alemanes en una declaración oficial, y poco después Mitterrand le
hacía una visita oficial a la RDA. A su vez, el Ministro de Estados Unidos le
preguntaba a Bush si el canciller alemán no iba demasiado rápido5. A finales de
diciembre solo la población alemana oriental quería la reunificación inmediata.
Todo
cambió a partir del 15 de enero
Ese día la comunidad
enfurecida y decepcionada se tomó el edificio del temible servicio secreto de
la RDA (Stasi). Quedó claro, sobre todo para Kohl, que ni los representantes de
gobierno del reencauchado SED, ni de la oposición ni de la socialdemocracia
eran vistos por la población como alternativa. Tampoco eran capaces ya de
controlar la situación.
El Canciller alemán
interrumpió así toda ayuda financiera al gobierno de Modrow y empezó a buscar
otros interlocutores políticos en la RDA. El objetivo era lograr que en las
elecciones para la Cámara del Pueblo se contara con un gobierno que condujera a
la reunificación, según el artículo 23 de la constitución de la RFA, y que no
se hiciera a través de una Asamblea Nacional Constituyente.
La reunificación rápida
era la única salida, por lo que la política exterior y la interior se
acercaron. Este cambio sería seguido por una transformación de las potencias
aliadas. El temor al caos fue tangible: a la inexistencia de una autoridad del
Estado se sumaba la crisis económica cada vez más profunda y un éxodo
creciente.
Así, ante lo
inevitable, los países aliados se prepararon para las negociaciones con
Alemania.
Mientras buscaba un
acercamiento hacia Inglaterra y Francia, Gorbachov empezó a tener como
interlocutor principal a Helmut Kohl y no a Hans Modrow. La iniciativa decisiva
de negociación vendría de Estados Unidos con la fórmula de las negociaciones 2
+ 4 (dos estados alemanes más los cuatro países aliados). El 9 de febrero de 1990,
Gorbachov aceptó la unidad de Alemania y la propuesta de negociación de los
norteamericanos.
Las negociaciones
bilaterales Estados Unidos–Alemania serían las determinantes; en Camp David, el
24 y 25 de febrero se decidiría: “Un total mantenimiento de las obligaciones
alemanas hacia la OTAN a cambio de una protección de los Estados Unidos al proceso
de reunificación”6.
El 11 de marzo de 1990,
con el sí rotundo a la reunificación obtenido en los resultados electorales de
la Cámara del Pueblo en la RDA, se vio fortalecido Kohl, mientras Francia, el
Reino Unido y la Unión Soviética perdían espacio de negociación. Ya en abril,
tanto el Reino Unido como Francia debieron aceptar las condiciones de Camp
David. La Unión Soviética fue la única renuente a aceptar el estatus de
pertenencia a la OTAN de la Alemania unificada.
El triángulo de
negociaciones bilaterales Washington–Bonn–Moscú sería definitivo. La política
de dos puntas hacia la Unión Soviética –por un lado un crédito millonario por
parte de Bonn y por otro una reformulación de las cuestiones de seguridad por
parte de Washington– llevó a que el 15 de julio, en un encuentro entre
Gorbachov y Kohl, la Unión Soviética aceptara la unidad alemana bajo las
condiciones occidentales.
Alemania se reunifica
el 3 de octubre. A partir de
entonces comenzaría el difícil camino de ubicarse como una potencia soberana en
el nuevo orden internacional.
Consecuencias
económicas de la Reunificación alemana
Los Länder del Este
tuvieron que afrontar dos desafíos: la dura competencia en el mercado de la
Unión Europea, donde eran unos recién llegadosK; y la pérdida de sus tradicionales
socios comerciales en el Este, en el marco del COMECON, especialmente después
de la Unión Monetaria en el verano de 1990. Las declaraciones formales del Tratado
de Reunificación Alemana sobre la protección de esas relaciones permanecían sin
efecto alguno.
Los antiguos contactos
en el Este quedaron prácticamente cortados. El declinar del comercio exterior
con esos países fue muy acusado. Las importaciones de los Länder del Este
cayeron del 65% (en 1990) al 48% (en 1992), y las exportaciones del 78% al 52%
en 1992. Esto fue normal, teniendo en cuenta la nueva orientación del comercio
hacia los países de la OCDE y, en particular, hacia la Unión Europea.
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