Fiesta de San Francisco de Borja o Tata Pancho en Yunguyo 10 de Octubre
La Fiesta de San
Francisco de Borja en Yunguyo, más conocida como “Tata Pancho”, es una de las
festividades más grandes y fastuosas de la región. Tiene lugar cada 10 de
Octubre, y fue declarado “Patrimonio Cultural de la Nación” del Perú por
representar una de las costumbres de la nación aymara.
Durante la festividad
destaca la entrada de los “sikuris” y bandas de bronces provenientes tanto de
Perú como de Bolivia. En los “sikuris” destacan la gran cantidad de estilos
sonoros de éstos. También aparecen las comparsas de “sikumorenos” con vistosos
trajes adornados con pedrería. Destaca la presencia de otras danzas como la
morenada, rey moreno, diablada, waka waka, kullawada, así como de otras danzas
campesinas.
Yunguyo es un distrito ubicado en la
provincia del mismo nombre que pertenece a la región Puno.
Dice la tradición que
en un lugar llamado Milagro, cerca de la frontera Perú – Bolivia, por K'asani,
otros aluden Chacapata, en tiempos antiguos una pareja de ancianos en sus
tareas agrícolas removiendo la tierra notaban que sus herramientas chocaban con
algo duro.
La curiosidad animó
sacando toda la tierra, siendo grande su sorpresa cuando vieron aparecer una
cruz perfectamente tallada en piedra (piedra cruz). Lo que más llamaba la
atención dicen, que en nada se parecía al rostro de Cristo, sino a uno
distinto, considerando este hallazgo como un milagro. Hecho de conocimiento al
pueblo, la fe y el culto se avivaron, rápidamente el lugar fue siendo objeto de
peregrinación por creyentes y curiosos. La interrogante era de quién sería el
rostro que presentaba la cruz y solo atinaron a llamarlo “Tata Q'ala” O Señor
de Piedra).
Pasado el tiempo y a
pedido del pueblo creyente efectúan el traslado de la cruz de piedra
entronizándolo en el templo del pueblo; mientras las miradas inciertas de la
curia y autoridades debieron contenerse admirados por la tanta fe de aquél
pueblo, pero no dejando de querer encontrar la explicación e identificar aquél
rostro. Mas tarde se dice que otro cura atinó en afirmar que se trataría de San
Francisco de Borja por los rasgos que presentaba, concluyendo que Yunguyo había
sido bendecido con la aparición de este Santo, quedando desde entonces como su
protector y patrono.
San Francisco de Borja
según datos históricos, fue nieto del Papa Alejandro VI y del Rey Fernando
Aragón, primo del Emperador Carlos V, e hijo del Duque de Gandia. En 1551 fue
ordenado Sacerdote Religioso Jesuita. A su muerte (30-09-1572) fue canonizado
por Clemente X y elevado a los altares juntamente con la peruana Santa Rosa de
Lima.
La figura mística de
San Francisco de Borja fue difundida por la esposa de Conde de Lemus XIX Virrey
del Perú, doña Ana de Borja nieta de Francisco de Borja cuando ésta y el Virrey
llegara durante las turbulencias de Laykakota en Puno, pasando luego a Copacabana
(Bolivia), sitios en el que al parecer dejó a los indígenas la reliquia del
Santo, interpretando luego éstos en aquella cruz que extraviada es la que
encontraron en Yunguyo. Por aclarar el asunto, en una oportunidad la propia
imagen del Santo fue traída desde España por el Padre Nicanor Arroyo
confirmándose idéntico con el rostro de la cruz de piedra.
Desde aquella
tradición, se manifiestan las ancestrales “Albas” en el famoso Chacapata,
animado por las notas de los sicuris entre el estallido de bombardas y el
sonido metálico de las bandas de músicos anunciando la fiesta. La conjunción
social y religiosa se inicia el 08 de octubre, con el desarrollo de un nutrido
programa y dentro de ello el concurso de sicuris phusa morenos y otras
actividades culturales.
El día central 10 de
octubre el pueblo retumba, el Santo Patrón puesto su mejor traje del paisaje
azul del lago, escoltado por autoridades, fieles y bailarines de la ciudad y
del campo, en murmullo de rezos y oraciones a repique de campana entre el aroma
del incienso y mágica música, Tata Pancho avanza en procesión entre camaretazos
y bombardas. Frente al templo luego del recorrido se renuevan los votos de fe
con un nuevo alferado para el año entrante y los venideros.
Desde esos instantes,
el derroche y frenesí de la festividad trascienden las fronteras. Tanto los
residentes, entre los que retornan a la tierra y los hermanos de Bolivia por
ser zona de frontera comparten a cual mejor en los conjuntos de danzarines
siendo notorio el cariño y la hospitalidad. Los trajes y músicos se contratan
en contrapunto con lo nacional.
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