Francisco Javier Mariátegui y Tellería BIOGRAFÍA
Sus padres fueron
Ignacio de Mariátegui y Liernia, y María Jacoba Tellería y Vicuña (hermana de
Manuel Tellería Vicuña). Uno de sus hermanos fue Ignacio Mariátegui y Tellería,
que llegó a ser marino.
Estudió en el Real
Convictorio de San Carlos, donde se graduó de bachiller en Sagrados Cánones
(1813), pasando a ejercer la docencia en ese centro de estudios, como profesor
de Filosofía y Matemáticas. Luego realizó su práctica forense en los bufetes de
José Ramón del Valle y Manuel Villarán. El 27 de febrero de 1817 se recibió
como abogado ante la Real Audiencia de Lima. En 1822 se graduó de doctor en
Derecho en la Universidad de San Marcos. Al año siguiente fue nombrado abogado
defensor de Censos y Obras Pías.
Integró el Club
Carolino, grupo de patriotas partidarios del separatismo con respecto a la
metrópoli española, y colaboró en las tareas de conspiración y propaganda desde
los días del virrey Abascal. Firmó el acta de la declaración de Independencia
aprobada por el pueblo de Lima en cabildo abierto el 15 de julio de 1821.
Al
organizarse el Protectorado de José de San Martín fue nombrado oficial mayor
del ministerio de Gobierno, el 3 de agosto de ese mismo año. El 12 de diciembre
fue incorporado a la Orden del Sol y el 10 de enero del siguiente año ingresó a
la Sociedad Patriótica, de la que fue secretario y en la que defendió el
sistema de gobierno republicano frente al monarquismo de San Martín y sus
allegados. Por entonces perteneció a la redacción de La Abeja Republicana,
periódico defensor de la idea republicana. Fue uno de los opositores del
ministro Bernardo de Monteagudo, logrando su expulsión. Integró el primer
Congreso Constituyente del Perú, del que fue secretario del 20 de septiembre al
20 de noviembre de 1822, y del 20 de febrero al 20 de mayo de 1823. Formó parte
de la comisión encargada de redactar el proyecto de Constitución.
Durante el gobierno del
mariscal José de La Mar fue nombrado ministro de Gobierno y Relaciones
Exteriores, cargo que ejerció del 27 de junio de 1827 al 19 de mayo de 1828. En
1832 fue enviado al Ecuador como ministro plenipotenciario, siendo designado
árbitro del pleito limítrofe entre dicha nación y Colombia. Como ministro
plenipotenciario en Bolivia en 1842 se encargó de negociar el tratado de paz
que puso término a la guerra del año anterior, en la que falleció el presidente
Gamarra. Durante el primer gobierno de Ramón Castilla, de cuño liberal, ejerció
vasta influencia (1845-50). Bajo el gobierno de José Rufino Echenique,
neoconservador (1850-55), fue opositor de muchas medidas gubernamentales, entre
ellas el concordato firmado con el Papa.
Con el triunfo de la
Revolución Liberal de 1854 y el advenimiento de un nuevo gobierno de Castilla,
ingresó nuevamente al Parlamento. Sus discursos delinearon el debate ideológico
cuyo resultado fue la Constitución Liberal de 1856. Cuando, dos años después,
Castilla se alió con los conservadores, Mariátegui fundó El Constitucional,
periódico donde reunió a un grupo de notables liberales con el ánimo de
defender sus principios. Años después, fundó La América (1862), periódico que
circuló hasta el 9 de diciembre de 1865. Bajo el gobierno interino de Pedro
Diez Canseco, ocupó la presidencia del gabinete ministerial (1865) y del
Congreso.
Ejerció una dilatada
carrera judicial: en 1824 fue vocal de la naciente Corte Superior de Trujillo,
y al año siguiente fue elegido fiscal de la Corte Superior de Lima. En 1845
pasó a ser fiscal de la Corte Suprema de la República y en 1851 fue nombrado
vocal de la misma. Ejerció en varios períodos la presidencia de la Corte
Suprema: 1852-1854, 1855-1858, 1864-1865 y 1869. Se jubiló en enero de 1870,
tras 48 años de servicio.
Integró la comisión de
legisladores del primer código civil del Perú, nombrada por ley del 9 de
octubre de 1845, y entre los que se contaban otros ilustres juristas como
Manuel Pérez de Tudela, Mariano Carrera, Manuel López Lissón, José Luis Gómez
Sánchez y José Julio Rospigliosi.
Ferviente liberal, fue
uno de los fundadores de la francmasonería en el Perú y un adversario decidido
de la Iglesia Católica, lo cual le ganó una enconada enemistad con el clero.
Cuando falleció se
produjo un inevitable incidente con las autoridades eclesiásticas a propósito
de su sepelio. El arzobispado de Lima, por intermedio del obispo auxiliar
Manuel Antonio Bandini envió un oficio al presidente del consejo de ministros
en el que le advertía que Mariátegui no tenía derecho a sepultura cristiana,
por no haber tenido la voluntad de reconciliarse con la iglesia y por ser
miembro de la masonería. No obstante esta advertencia, el cuerpo de Mariátegui
fue conducido por sus familiares y colegas al camposanto, en cuyo cortejo
participó el presidente de la República Miguel Iglesias en un gesto de
desagravio, ya que el finado se trataba de una figura prócer de la
independencia y como tal merecía respeto. Encontraron abierto el cementerio pero
sin ningún personal de servicio disponible.
El cadáver fue
conducido hasta el nicho en hombros de José Eusebio Sánchez, vocal de la Corte
Suprema y de cinco de los nietos del prócer. Para sellar su tumba fue necesario
contratar a un albañil ante la ausencia de sepultureros. Años más tarde, en un
acto de vindicación pública, su cadáver fue trasladado al Panteón de los
Próceres.
Al momento de fallecer,
Mariátegui contaba con la longeva edad de 91 años. Fue el último sobreviviente
de la primera generación republicana.
Obras
principales.
- Defensa católica del
primer curso de Derecho Eclesiástico del señor Vidaurre (1840).
- Reseña histórica de
los principales concordatos celebrados con Roma y breves reflexiones sobre el
último habido entre Pío IX y el gobierno de Bolivia (1856), donde se manifiesta
contrario a la celebración de un concordato con la iglesia católica romana,
recurriendo a numerosos ejemplos históricos para apoyar su tesis.
- Anotaciones a la
Historia del Perú independiente de don Mariano Felipe Paz Soldán (1869),
“anotaciones” menudas y hostiles sobre la obra de dicho historiador peruano; no
obstante, ofrecen muy valiosas y pormenorizadas noticias sobre el proceso de la
independencia peruana, de la que el autor fue testigo y protagonista. Sin ser
un estilista nato, impresiona por el humor de sus relatos y lo escabroso de
algunas revelaciones. Mereció numerosas réplicas y refutaciones.
- Manual del regalista
(1872), que publicó bajo el pseudónimo de “Patricio Matamoros”, refleja varias
polémicas con la Iglesia y los incidentes ocurridos durante el gobierno de José
Balta a propósito de la infalibilidad papal y el entredicho de Puno.
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