LA COSMOLOGÍA DE LOS TEMPLOS TIAHUANACO
Sólo recientemente han
llegado hasta la imprenta descripciones del núcleo ceremonial de Tiahuanaco.
Todo el complejo ceremonial de Tiahuanaco se halla rodeado por un foso cuyo
propósito, por utilizar las palabras de Alan Kolata, fue el de evocar la imagen
del núcleo de la ciudad como una "isla", es decir, el de separar el mundo
ordinario y cotidiano del "espacio y tiempo de lo sagrado". Eliade ha
documentado esta misma utilización simbólica en el Viejo Mundo, así como en el
mundus romano o foso circular, que "constituyó el punto donde se
encontraban las regiones bajas y el mundo terrestre".
El propósito de tales
cercos era el de crear el espacio sagrado dentro del cual pudiera construirse
el templo o modelo del cosmos, es decir, la zona donde se cruzaban los mundos
terrestre superior (divino) y subterráneo. Como hemos visto en la explicación
de Eliade, el simbolismo central de tales estructuras de templos era el de la
montaña cósmica que representaba el ombligo de la Tierra que conectaba las tres
regiones.
La estructura dominante
del centro sagrado de Tiahuanaco era la Akapana, una pirámide truncada de más
de unos diecisiete metros de altura, llamada por Kolata "la montaña
sagrada de Tiwanacu". La pirámide Akapana tenía siete niveles. El número
siete, como ya se ha indicado, aparece asociado con el "padre cielo",
que equivale al uso de las coordenadas polar y ecuatorial, expresadas mediante
referencia a las direcciones cardinales. El antiguo sistema aymará de
orientación tenía siete direcciones, empleando cuatro direcciones cardinales
junto con el centro y el nadir.
La Akapana está orientada
en las direcciones cardinales.La misma idea encontramos en la relación entre el
contiguo complejo de estructuras llamado el templo Semisubterráneo y el
Kalasaya. Aparecen trazados a lo largo de un eje este-oeste, que habla de los
puntos de salida y puesta del Sol en los equinoccios, cuando el Sol cruza el
ecuador celeste. Las estrellas que van hacia arriba y hacia el oeste desde el
templo Semisubterráneo hasta el nivel del suelo conducen directamente a una
segunda escalera que se eleva en los recintos situados por encima de la planta
baja del Kalasaya, donde la estatua monolítica de un dios ( la llamada Estela
Ponce) miraba hacia el este, de espaldas al templo Semisubterráneo.
La configuración mental
de la línea del equinoccio como una escalera no hace pensar inmediatamente en
la constelación andina chacana (escalera), las tres estrellas del Cinturón de
Orión, que están sobre el ecuador celeste.
Estas estructuras
relacionadas axialmente también se relacionan con la cosmología religiosa
asociada con el mito de emergencia surgido en el Titicaca. Como ya hemos visto,
en el simbolismo arquitectónico celeste, el suelo de la casa, que representa el
trópico meridional debería estar, estrictamente hablando, por debajo de la
planta baja, así que ésta represente el ecuador celeste.
Tal como indica su
nombre, el templo Semisubterráneo fue construido a unos dos metros por debajo
del nivel de la planta baja, abierto al aire. En consecuencia y nuevamente en
términos estrictos, el subterráneo tenía que representar el trópico meridional
y el acceso a la tierra de los muertos. (Del mismo modo, se decía que el suelo
del patio del juego de pelota de Quiché descansaba sobre el tejado de la casa
de los señores del inframundo.) Concuerda con esta interpretación el hecho de
que las huacas de linaje de las tribus agrícolas que participan de la esfera de
influencia tiahuanacana se encontraron hundidas en el suelo del templo Semisubterráneo.
En medio de esta
disposición, una segunda estela, llamada la Estela Bennett, que contiene una
compleja información relativa al año agrícola, miraba hacia el oeste (la
dirección celeste asociada con la Luna, la noche, la lluvia y la muerte), de
espaldas a la Estela Ponce, en el recinto elevado del Kalasaya. Y, a la
inversa, la Estela Ponce, por encima del Kalasaya, dominaba una vista del
horizonte oriental.
Un segundo patio
hundido más pequeño aparecía situado en lo alto del séptimo nivel de la
pirámide Akapana. Lo mismo que con el modelo del Viejo Mundo, en el que lo alto
de la montaña del templo sagrado representa el "ombligo de la
Tierra", el patio hundido de Akapana era, simbólicamente hablando, un
omphalos. Este patio hundido fue trazado en forma de una plaza sobrepuesta a
una cruz griega (ver abajo derecha).
La cruz, que representa
las direcciones cardinales y está orientada hacia ellas (y por lo tanto hace
referencia a las coordinadas polar y ecuatorial) representa el ámbito celeste,
o padre cielo. La plaza, tal como ya hemos encontrado en la forma de las maras
cuadrangulares, o piedras de amolar "femeninas" (que toman su nombre
de la palabra aymará que significa "año"), marcan en sus esquinas los
puntos cardinales que representan los lugares de salida y puesta de los soles
solsticiales, es decir, los parámetros de la "tierra celeste" según
vienen determinados por el plano eclíptico. Si conectamos las esquinas, se
forma las diagonales, y la X marca el lugar, el centro, el ombligo de la diosa
tierra.
Este simbolismo ya se
ha observado en el unanacha de Viracocha en el diagrama de Pachacuti Yamqui,
situado como está por encima de la cruz intercardinal, designada como femenina,
que encontramos por debajo; y, también, precisamente este mismo simbolismo se
encuentra entre los quiché, donde el Dios-Siete, representado jeroglíficamente
como Osa Mayor y Orión, aparece trazado sobre el ombligo de la Diosa tierra.
Una segunda
característica singular del patio hundido de Akapana sólo ha sido descubierta
recientemente. Este patio sirvió como un dispositivo de recogida del agua de
lluvia, y estaba conectado con un sistema de drenajes que vertían el agua fuera
de los muros verticales de cada nivel, que llevaban el agua horizontalmente por
debajo de la superficie de cada tramo y luego la vertían de nuevo, haciéndola
caer así en cascada por todos los niveles de la pirámide.
Así pues, los
constructores de Tiahuanaco construyeron una "montaña llena de agua"
a la vista de un lago y de una isla llamados Titicaca, o "Acantilado del
León", donde el agua brotaba desde un acantilado y cuya jeroglíflica en
México (una montaña con colmillos y una cueva en la base) representaba el
pueblo, alteptl, que significaba literalmente "montaña llena de agua".
Y como cualquier verdadera montaña cósmica, la Akapana reciclaba también las
aguas de la vida espiritual, cuyo nacimiento se encontraba en lo alto de la
montaña cósmica, en el solsticio de junio, en el ámbito de la Vía Láctea.
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