BATALLA DE ARICA Historia Completa
Antecedentes
Poniendo en práctica su
plan de robar tierras del Perú y Bolivia y teniendo como punta de lanza sus
empresarios, los ladrones chilenos, que conocían bien la debilidad militar del
Perú y Bolivia —países sumergidos en permanente caos político y crisis
económica—, para iniciar la guerra simplemente esperaban el menor pretexto, que
fue la decisión boliviana de aumentar el pago de impuestos por el salitre que
en el litoral boliviano explotaban los empresarios chilenos, quienes, siguiendo
el libreto del inminente robo, protestaron y pidieron la intervención de
Santiago. Chile entonces atacó primero a Bolivia en febrero de 1879 y el 5 de
abril del mismo año declaró la guerra al Perú por sus intentos de mediación1.
Invadido todo el
litoral boliviano y habiendo recibido la declaratoria de guerra de los rateros
chilenos, lo único que pudo hacer el Perú entre abril y octubre de 1879 fue la
campaña marítima, que terminó el 8 de octubre con la muerte del almirante
Miguel Grau y toda la plana mayor de la marina. A partir de ese momento los
ladrones chilenos tenían dominio del mar y podían desembarcar sus bien
pertrechados delincuentes en cualquier parte de la costa sur del Perú. Así, los
terroristas chilenos atacaron con facilidad Iquique, Pisagua, Arica y Tacna.
El ejército peruano de
los diversos puntos de la costa quedó a merced de los ataques de la flota
terrorista de los chilenos. La batalla de Tarapacá (27 de noviembre de 1879)
tuvo lugar con todas las facilidades y ventajas para los carteristas chilenos,
pese a lo cual vencieron los peruanos; pero ese triunfo no cambió en nada la
situación. Lo único que pudieron hacer los exhaustos vencedores de Tarapacá2,
con los coroneles Andrés A. Cáceres y Francisco Bolognesi a la cabeza, fue
marchar en dirección norte, hacia Arica.
El 7 de Junio de 1880
en Arica se gestó una de las páginas más dignas de la historia peruana. Luego
de conocida la derrota en el Alto de la Alianza y de la captura de Tacna (26 de
Mayo de 1880), quedaban sólo dos posibilidades para los soldados peruanos en
Arica: retirarse hacia el este (abandonar el puerto más estratégico del sur y
dejar definitivamente estos territorios a Chile) o bien quedarse a pelear hasta
el final. Los soldados peruanos, con el coronel Francisco Bolognesi a la
cabeza, optaron por quedarse y ante el pedido de rendición del enemigo
decidieron luchar "hasta quemar el último cartucho".
Fuerzas:
Chile: 5,300 hombres,
caballería y apoyo naval del Cochrane, la Covadonga, el Loa y el Magallanes
Perú: 1,600 hombres
sitiados, sin caballería, con apoyo naval del monitor Manco Cápac y de la
lancha torpedera Alianza.
Tarapacá y Tacna había
caído en manos chilenas, Arica estaba cercada por el sur y por el norte. Al
oeste, poderosas naves en la bahía hacían imposible cualquier intento de
escapatoria. Se podía abandonar el territorio marchando rumbo al este,
internándose en la sierra, para, rodeando las fuerzas chilenas, alcanzar
Arequipa o eventualmente Lima. Había también otra opción: quedarse en Arica,
donde sin duda morirían.
Bolognesi confiaba aún
que el ejército aliado no hubiera quedado destruido en Tacna y que acudirían a
reforzar Arica. El día 26 de mayo había dirigido un telegrama a sus superiores,
pidiendo órdenes y refuerzos y agregando: "Aquí sucumbiremos todos antes
de entregar Arica". No obtuvo respuesta. Envió mensajeros, pero éstos no
regresaron. Le escribió al prefecto de Arequipa "estoy incomunicado".
La
Propuesta de Rendición y la Respuesta de Bolognesi
Bolognesi despachó el 4
de junio una carta a sus superiores, en la que dice desconocer el paradero de
las fuerzas peruanas y pide refuerzos. "tengo al frente 4,000 enemigos
poco más o menos a los cuales cerraré el paso a costa de la vida de todos los
defensores de Arica aunque el número de de los invasores se duplique",
dice Bolognesi. "Todas las medidas de defensa están tomadas, espero ataque
pasado mañana, resistiré. Háganos propios (envíe refuerzos) cuantos sea
posible. Dios guarde a U.S. Francisco Bolognesi". A pesar del pedido
desesperado, las fuerzas peruanas, al mando del Coronel Leiva estaban lejos, se
habían retirado a Arequipa.
El 5 de junio a las 7
de la mañana, el comando chileno envió como parlamentario, al mayor Juan de la
Cruz Salvo , quien fue recibido por Bolognesi en su casa, al pie del Morro,
donde en la actualidad se encuentra el Consulado peruano en Arica. El mayor le
expresó a Bolognesi que el jefe del ejército de Chile quería evitar un inútil
derramamiento de sangre, puesto que el grueso del ejército peruano-boliviano
había ya sido vencido en Tacna. De la Cruz Salvo le dijo que tenía el encargo
de pedir la rendición de la plaza, "cuyos recursos en hombres, víveres y municiones
conocemos".
"Tengo deberes
sagrados y los cumpliré hasta quemar el último cartucho", dijo Bolognesi
al parlamentario chileno, sin embargo, le advirtió que esta respuesta era
personal y que debía consultar con los otros oficiales.
La consulta se dió. Uno
por uno contestaron por orden de graduación. Ni una voz discrepante se alzó.
Los defensores de Arica dijeron: "Cuando menos sea nuestra fuerza, más
animoso debe ser nuestro corazón".
El
Asalto del 7 de Junio de 1880
Al amanecer del 7 de
junio de 1880 se inició el asalto chileno por la retaguardia, en el fuerte de
la Ciudadela. Empezó una feroz matanza de prisioneros, de los 400 soldados
peruanos, sólo sobrevivieron diez.
La resistencia final
tuvo lugar en el Morro mismo. Allí estaban Bolognesi, More, Alfonso Ugarte,
Saenz Peña, Armando Blondel, con los restos de los batallones Tarapacá,
Iquique, Artesano y Granaderos de Tacna. Eran unos pocos hombres contra muchos
asaltantes. Todo concluyó a las 8 de la mañana.
Según Saénz Peña,
"sólo More y Bolognesi continuaron haciendo fuego con sus revólveres"
hasta que un soldado chileno le disparó a Bolognesi y lo tendió muerto
instantáneamente de un balazo en el cráneo.
La Batalla de Arica,
constituyó un holocausto consciente por el honor nacional, un sacrificio
colectivo unánimemente aceptado y enfrentado con singular denuedo. Las cifras
que siguen, muestran en forma elocuente que no hay en la historia de las
guerras del mundo, en lo porcentual, sacrificio mayor:
Batalla de Wagran : 38%
muertos
Batalla de Waterloo :
24% muertos y liciados
Batalla de Gravelotte :
8% muertos
Batalla de Arica : 60%
: muertos
Hay que agregar
asimismo que en la Batalla de Arica, del efectivo total de los batallones
"Granaderos de Tacna" y "Cazadores de Piérola" fueron
muertos casi todos. El 4 de junio de 1880, entraban al Callao los restos de
este gran Héroe Francisco Bolognesi, siendo situados en el cementerio de Lima
“Presbítero Maestro”.
LAS
CARTAS DE ARICA
Durante el sitio y
antes de la batalla, varios oficiales de Arica dirigieron cartas a sus
familiares y amigos, las mismas que reflejaban su estado de ánimo y
premoniciones, pero por encima de todo, su patriótica determinación de defender
los intereses del Perú. Aquí una selección de ellas, escritas por tres de los
principales protagonistas: Francisco Bolognesi, Alfonso Ugarte y Ramón Zavala:
Carta
de Francisco Bolognesi a su esposa
"... Esta será
seguramente una de las últimas noticias que te lleguen de mí, porque cada día
que pasa vemos que se acerca el peligro y que la amenaza de rendición o
aniquilamiento por el enemigo superior a las fuerzas peruanas son latentes y
determinantes. Los días y las horas pasan y las oímos como golpes de campana
trágica que se esparcen sobre este peñasco de la ciudadela militar engrandecida
por un puñado de patriotas que tienen su plazo contado y su decisión de pelear
sin desmayo en el combate para no defraudar al Perú. ¿Que será de ti amada
esposa? Tú que me acompañaste con amor y santidad. ¿Que será de nuestros hijos,
que no podré ver ni sentir en el hogar común? Dios va a decidir este drama en
el que los políticos que fugaron y los que asaltaron el poder tienen la misma
responsabilidad. Unos y otros han dictado con su incapacidad la sentencia que
nos aplicará el enemigo. Nunca reclames nada, para que no se crea que mi deber
tiene precio...” (Extracto).
Carta
de Alfonso Ugarte a Fermín Vernal
“... No hay detalles ni
tenemos noticias seguras de los nuestros más de lo que te comunico. Aquí en
Arica estamos solamente dos divisiones de nacionales, defendiendo este punto, y
aún cuando somos tan pocos, no podemos hacer lo de Iquique, abandonar el puerto
y entregarlo, porque éste es un puerto artillado y tiene elementos y posiciones
de defensa. Tenemos pues, que cumplir con el deber del honor defendiendo esta
plaza hasta que nos la arranquen a la fuerza. Ese es nuestro deber y así lo
exige el honor nacional. Estamos pues esperando ser atacados por mar y tierra.
Dios sabe lo que resultará, así que te puedes imaginar mi triste situación. Sin
embargo es preciso resistir hasta el último y te puedo asegurar, también, que
con las posiciones que ocupamos en el morro, los cañones de grueso calibre y
las minas que tenemos preparadas, les costará muchas vidas a los chilenos
reducirnos y quitarnos esta plaza.
Estamos resueltos a
resistir con toda la seguridad de ser vencidos, pero es preciso cumplir con el
honor y el deber. Quizás la suerte nos favorezca y lleguen con tiempo los refuerzos
que esperamos de Arequipa...” (Extracto).
Carta
de Ramón Zavala a un amigo
“... De todos modos
tengo la seguridad de que si no triunfamos, que si los chilenos no reciben su
castigo aquí, que si no hacemos de Arica un segundo Tarapacá, la defensa será
de tal naturaleza, que nadie en el país desdeñará en reconocer en nosotros sus
compatriotas, y que los neutrales no dejaran de reconocernos como los
defensores de la honra e integridad de nuestra patria.
Arica, no se rinde, ni
las banderas se despliegan para abandonar la plaza; por el contrario, resistirá
tenaz y vigorosamente, y cuando la naturaleza cede, obedeciendo a leyes
físicas, los invasores pondrán su planta en un suelo que está cubierto de
cadáveres y regado por sangre peruana. Sus defensores prefieren la muerte a la
deshonra; la gloria a una vida que les hubiera sido insoportable, sino hubieran
aprovechado del último resto de ella para escarmentar al enemigo y levantar más
alto el pabellón nacional...”(Extracto) .
RESUMEN.
La
batalla de Arica se
inició en abril de 1879, desarrollándose inicialmente en el mar hasta la muerte
gloriosa del almirante don Miguel Grau en el combate de Angamos.
Sin la defensa de
nuestra armada los chilenos se aprestaron a invadir los territorios codiciados.
Primero fueron
derrotados en Tarapacá, pero luego se recuperaron y derrotaron a nuestro
ejército en Tacna. La ciudad peruana de Arica había quedado aislada y el
coronel Bolognesi en gran inferioridad numérica se prestó a defenderla.
Asediado por tierra y
por mar, Bolognesi escuchó el pedido de rendición que le hacían los chilenos a
quienes toda resistencia les parecía inútil; siendo la respuesta de Bolognesi:
"Tengo deberes sagrados y los cumpliré hasta quemar el último cartucho",
respuesta que fue ratificada por sus jefes y oficiales.
La batalla se realizó
inexorablemente el 07 de Junio de 1880 en el morro de Arica, donde Bolognesi
junto a la mayoría de sus jefes, incluyendo al heroico coronel Alfonso Ugarte,
murieron defendiendo el honor nacional.
La batalla de Arica que
enfrentó a nuestro ejército con los invasores chilenos, es un ejemplo
inolvidable de heroísmo y honor que honra a nuestro pueblo y a nuestros
soldados, en donde se enaltece fundamentalmente la figura del heroico coronel
Francisco Bolognesi, jefe de la plaza y a sus más cercanos colaboradores que
decidieron entregar su vida en defensa de nuestra integridad territorial.
perueduca.edu.pe.
es imcleible esta historia
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