Organización económica de la cultura Maya


Siendo la agricultura una actividad central en la vida de los mayas, se ha especulado mucho sobre las técnicas agrícolas que utilizaban con más frecuencia en la época prehispánica; si las de tipo extensivo, como el sistema de roza-tumba-quema, o las de tipo intensivo, como el riego y las terrazas. Hay evidencias de que combinaban ambas técnicas con otras alternativas, como la recolección, las huertas domésticas, los campos levantados, la arboricultura, la caza y la pesca. Es importante recordar que fue principalmente la selva tropical el tipo de ecosistema en el que los mayas vivieron y del cual obtuvieron su alimento. Sin embargo, las características del trópico varían mucho y es posible que las diferencias en clima, suelo y vegetación determinaran la explotación de los recursos naturales y el tipo de sistema agrícola utilizado. Las técnicas debieron, pues, adaptarse a la cantidad y calidad de la tierra disponible, al tipo de cultivos y a diversos factores socioeconómicos.

La economía era muy simple, ya que la producción dependía de los requerimientos familiares, pero poco a poco se generó una división del trabajo, que dio origen a la diferenciación de clases sociales. Cuando se inició la agricultura y los grupos mayas se hicieron sedentarios, esa actividad se convirtió en la base de la economía, complementada con la caza, la pesca y la recolección.

Los gobernantes otorgaban tierras a sus súbditos. Según su rango social y división del trabajo se entregaban parcelas de terreno cultivable por una familia para su subsistencia, para pagar tributo y para el comercio en una extensión que llenara la capacidad de producción para cubrir los requisitos antes expuestos. No debe confundirse bajo ningún motivo con un sistema comunal, ya que la tierra pertenecía al Señor, que la podía retirar en cualquier momento y utilizarla para sus propios fines como una propiedad personal más que como propiedad de la ciudad-estado que gobernara.

El sistema agrícola de los mayas fue el de la milpa, el cual consistía en derribar árboles y arbustos, quemarlos y después sembrar usando un palo aguzado, llamado bastón plantador, al inicio de la temporada de lluvias. El descubrimiento de restos de obras hidráulicas indica que los mayas construyeron canales para riego, lo que les permitió una mayor producción agrícola.

Los mayas debían pagar un tributo al estado. El maíz constituía el primero de los pagos. Parte de los excedentes del campesinado era entregado al “cobrador de impuestos” quien los depositaba en los almacenes de cada ciudad-estado. Entre los empleados de la corte, los escribanos cotejaban los bienes recibidos y los anotaban cuidadosamente en listas.

Como entrega en forma de mano de obra los campos de maíz de la aristocracia y de la clase sacerdotal eran cultivados y trabajados por los campesinos. La construcción de casas y edificios formaba también parte del tributo de mano de obra. Los caminos también se hacían con dicha prestación impositiva a cargo de los vecinos que vivían por donde discurrían los caminos.

El hombre maya siempre estaba dispuesto a trabajar en la construcción de los templos y demás edificios de su ciudad porqué, en definitiva, su esfuerzo también redundaría en su propio beneficio ya que todos anhelaban alcanzar el favor de los dioses.

En la sociedad maya, sin embargo, había grupos que estaban exentos de pagar tributos al estado. La aristocracia, el sacerdocio y los funcionarios civiles y militares vivían de las entregas pagadas por los hombres de condición inferior. A ellos se sumaban un número considerable de artesanos encargados de realizar la decoración de los templos, esculpir las estelas y dinteles; todos ellos eran sostenidos con los excedentes acumulados en los almacenes oficiales de cada población.

La Moneda
No existían monedas, la mayoría de los intercambios se realizaban a través de trueques aunque en ocasiones se utilizó el cacao como tal. Aunque no había un valor exacto, un conejo valía 10 semillas. El cacao conservó sus usos económicos durante un breve periodo del dominio español hasta que el 17 de junio de 1555, por orden del Virreinato de la Nueva España, el cacao pudo ser intercambiado con monedas europeas al equivaler un real español a 140 semillas de cacao, en 1575 bastaban 100 semillas de cacao para un real y al final de ese siglo eran 80 por un real. 


 El cacao es un árbol de tronco grueso y de poca altura que produce unas cápsulas ovales del tamaño de una papaya pequeña. Estas cápsulas, después de madurar, se pudren y las semillas se fermentan. Los granos del cacao tienen la forma y el tamaño de una almendra y cuando se secan al sol se vuelven oscuros, del color del chocolate, mientras que la cáscara se seca y apergamina. Estos granos eran lo que los mayas utilizaban como moneda. Así, un conejo valía, en la ápoca clásica, 10 granos de cacao, una calabaza 4, un esclavo 100 (cantidad equivalente para preparar 25 tazas de chocolate) y las mujeres públicas, entre 8 y 10 granos.



Este dinero también era objeto de falsificaciones. Había comerciantes que hábilmente quitaban las gruesas cáscaras del grano y lo rellenaban con tierra o arena, mezclando los granos falsos con los de cacao auténtico. De ahí que la población comprimía entre los dedos cada grano para asegurarse que fuese sólido.


 La falsificación de los granos de cacao era un delito relativamente frecuente, de ahí que en los mercados había siempre jueces para dirimir los litigios (de este tipo y también de cualesquiera otros) que pudieran suscitarse por esta cuestión; los autores del fraude eran severamente castigados.

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